Hoy la niebla no levanta en esta ciudad,
gris,
como mis pensamientos.
Estoy convencida de que tras ella
las nubes son negras.
El viento anuncia tormenta.
Todo:
los suspiros en mi garganta,
los arañazos en mi espalda,
el sudor empañando las ventanas,
el teléfono sonando -enmudeciendo al propio silencio-
me recuerdan que ya no estás.
Que ya no eres.
Estalla la tormenta.
Entre mis dedos y ahí afuera.
Suena esa canción.
Maldita sea(s)...
ojalá estuvieras aquí,
luchando contra el agua que gotea por mi cuerpo