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Entre sus ojos y el mar hay un puente;

hilos invisibles

que amarran sus pensamientos para no escapar.



El azul

llora lágrimas con sal de más.

El verde

mece las algas y se deja llevar.



Un paso, y otro,

ten cuidado de no tropezar.

De puntillas y sin hacer ruido,

no vaya a ser que te oigan suspirar.



Entre sus ojos y el mar hay un puente

que ya nadie se atreve a cruzar.