- 38 -

.60 PULSACIONES.
(9)

De repente suena su móvil.
Alguien se ha acordado
de que hoy era su último día.

- 37 -

.60 PULSACIONES.
(8)

Faltas.
Atas.
Matas.

Sobra la s.

Como la de 
Soledad,
Silencio,
Suspiro.

Falta(s). 
Suspiro.

- 36 -

.60 PULSACIONES.
(7)

Mi, ahora un La, suena bien el Re.
Sol y Si nunca se desafinan,
en cambio el Mi agudo se resiste un poco.

Ya está.

Lista para que suene el primer acorde...
y desear que nosotros pudiéramos "afinarnos" tan rápido.

- 35 -

.60 PULSACIONES.
(6)

Pelo recogido en una coleta con una vuelta de más.
Labios secos a los que les faltan besos en los que humedecerse.
Tacones que han pisado mejores calles.

Pero eso sí,
la sonrisa que nunca falte.

- 34 -

.60 PULSACIONES.
(5)

Observa el humo del cigarro ascender a contrarreloj;
segundos robados a la vida que conducen a su muerte.

Se jura que será el último,
pero no cree en juramentos.

- 33 -

.60 PULSACIONES.
(4)

Existe una lista de canciones que nos hacen felices.
Dinero que nos hace creer que lo somos.
Personas que nos dicen cómo serlo.

Pero no hay nada como estarlo. Sin más.

- 32 -

.60 PULSACIONES.
(3)

Se abre la puerta del bar y sube la mirada
hasta encontrarse con sus ojos, mirándola.
Sonríe
y deja el boli a un lado.

- 31 -

.60 PULSACIONES. 
(2)

Trato de mantener el equilibrio.

Parece que me balanceo sobre una cuerda a cientos de metros del suelo.

Y eso que nunca he tenido vértigo,
pero ahora esa cuerda en realidad es un fino hilo
que amenaza con dejarme caer.

- 30 -

.60 PULSACIONES. 
(1)

A veces 60 palabras no bastan.
Una palabra por segundo,
por minuto,
por pestañeo,
hasta vaciar poco a poco tu cabeza.

Otras veces, 60 palabras son demasiadas.

- 29 -

Aún recuerdo tus pecas,
como granos de arena de esa playa
en la que juramos no rendirnos.

Parecía todo perfecto.

Tú me contaste tus heridas
para que escocieran entre mis manos,
y yo traté de cerrarlas.
Trazamos rutas imposibles
entre los lunares de nuestras espaldas,
y quisimos desaparecer para siempre del mundo...
para siempre del tiempo.

Recuerdo que te dije
que para que las tristezas no dolieran tanto
era mejor encerrarlas en un papel,
meterlo en una botella
y arrojarlas al mar.

Y sé que tú, desde entonces,
cada vez que sientes que te ahogas
bajas a esa misma playa y llenas las olas de botellas.