Y si me
faltas, que al menos escuche las olas de fondo.
Siento
tus dedos sobre mi piel, trazando surcos con los lunares de mi espalda, como si
el tiempo no hubiera pasado, como si no me costara recordar tu nombre.
Tú, que
fuiste compañía en mis largas noches; cerrando bares, ebrias de versos y
algunos besos.
De tu
mano recorrí lugares y personas, sentimientos y miradas imposibles de
describir, arrancando palabras de tus blancos labios.
Pero a
veces, a ratos, olvido pronunciarte, porque dueles.
Dueles más que un corazón
al romperse, porque tú recuerdas y no olvidas (ni perdonas) y yo decido
perderme en otras letras y bocas.
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